domingo, 27 de enero de 2019

Síndrome del impostor

¿Quien no ha tenido alguna vez un amigo o amiga que no nos ayuda en lo absoluto y, sin embargo, es el más fiel de todos?

Pues hoy voy a hablar de ese amigo que todos quienes escribimos tenemos al lado. Ese que nos susurra al oído lo mal escritores que somos, que nadie leerá nuestras obras y que es mejor desistir antes del fracaso.
El síndrome del impostor es nuestro mayor fan del desastre y el más fiel a la hora de criticarnos.
Pero ¿qué es lo que hace que no podamos dejarlo de lado?
Este supuesto "amigo" sólo es un reflejo de nuestras inseguridades, el refuerzo de lo que hemos oído de otros que, aunque parezca extraño decirlo, dicen que nunca lograremos nada y no han leído ni una letra de lo que hemos escrito. Entonces, ¿debemos creer realmente en esto? ¿Somos tan malos como dicen? ¿Será que, si logramos quedar seleccionados en alguna convocatoria, fue sólo suerte o por conocer al organizador? ¿Será en realidad un error o en realidad sí podemos lograr llegar más lejos de lo que pensamos?
Nuestro amigo (el síndrome, por supuesto) tiene una misión encomendada durante toda nuestra vida y es hacernos tropezar. Pero ¿por qué? Es muy simple.
El temor al fracaso, al ridículo, e incluso, el temor a triunfar y no saber cómo enfrentarlo es lo que hace que el impostor nos hable al oído y nos diga cuán poco valiosos somos.
El problema mayor es que le creemos. Ha sido tan fiel en aconsejarnos durante toda nuestra vida, que le tenemos un apego especial. Creemos más en su juicio que en nuestras propias esperanzas y esfuerzos.
¿Será quizá hora de comenzar a renovar nuestro círculo de amistades?
Pues va siendo hora de hacerlo. No hay ninguna persona en el mundo que no haya tenido miedo al fracaso alguna vez, o haya temido al ridículo. Es algo normal e inherente al ser humano, pero la diferencia esencial la hace el esfuerzo y las ganas de superación.
Es cierto, puede que nuestro relato sea tan malo que nadie lo quiera leer, pues entonces habrá que trabajar en él y mejorarlo en lugar de esconderlo en el lugar más recóndito de la casa o en la basura. El impostor no tiene respeto por nuestro esfuerzo ni el tiempo invertido en crear algo.
Nada es fácil en la vida y crear lo es aún menos. Nada, absolutamente nada de lo que hagamos será cien por ciento original, siempre habrá algo que ya lo haya pensado otra persona antes. Entonces, ¿será que no vale la pena trabajar en nuestra idea por no ser única?
Acá es muy importante pensar en por qué escribirnos aquello. Lo principal es tener claro si queremos que alguien más lo lea. A veces podemos escribir para nosotros mismos, eso no está mal, pero hay que tenerlo claro para evitar que el impostor nos haga dar un traspié.
Nadie dijo que ser escritor fuera fácil. Si lo pensaste, pues ya puedes dar media vuelta y dejar de escribir desde este momento. Ser escritor es una de las profesiones más complejas y difíciles del mundo. Hay que escribir algo bueno, bonito y que guste.
Escribir va mucho más allá incluso de eso, va a depender de nuestra capacidad de sacar lo mejor de nosotros en un relato y contar lo que queremos contar de una forma en que se entienda. No es nada fácil y si has decidido seguir por ese camino es porque algo en ti dice que eres capaz. Si no estarías haciendo otra cosa y no perdiendo el tiempo leyendo esta entrada en mi blog.
Entonces es hora de que nos sacudamos al impostor de encima y comencemos a trabajar en un nuevo lema: Somos capaces de lograr todo lo que nos propongamos si trabajamos en ello. Porque ahí está el secreto, el trabajo constante, el esfuerzo y la perseverancia deben ser nuestros nuevos amigos. Ellos nos instarán a seguir adelante a pesar de todo y no claudicar en nuestra meta.
Pero mucho cuidado, el impostor es muy celoso e intruso y querrá meterse en medio cada vez que nos descuidemos. Así que ya sabes, si comienzas a pensar que algo que has hecho no es lo bastante bueno, que no llegarás a ninguna parte o simplemente que no vales, entonces mira a tu alrededor porque de seguro el impostor se ha colado de nuevo y quiere boicotearte. Te estará saludando muy contento justo frente a ti, haciendo mofa de tus esfuerzos e instándote a la autocompasión y a esconder la cabeza bajo tierra para que nadie vea tu fracaso.
Dependerá de ti no escucharlo más y buscar estos nuevos amigos que sí sean un aporte en este camino que has escogido.


2 comentarios:

  1. Cuánta razón tienes. El síndrome del impostor está continuamente, igual que si fuese una sombra, acompañándonos y ánimos no es precisamente lo que se dedica a dar. Escribir trata de trabajar, ser perseverante y saber ignorar al síndrome del impostor. En lo personal creo que lo más complicado es lidiar con este último.

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  2. Tienes toda la razón Frida, es por eso que el apoyo constante que se puedan entregar quienes quieren dedicarse a ser escritores es muy importante para lograr alejar el síndrome y poder tomar el rol que nos merecemos cada uno.
    Un abrazo

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